Patricia Grogg (IPS).- El racismo es una asignatura pendiente en la sociedad cubana. “Hay que admitir que el problema existe, conocer su impacto en el proyecto social que defendemos y atacarlo a fondo”, dice Esteban Morales, economista, politólogo y autor de artículos y ensayos sobre el tema.
Como investigador del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (Cehseu), adscrito a la Universidad de La Habana, conoce con igual profundidad a ese país, desde el cual unos 60 intelectuales, algunos de reconocido prestigio, acusaron al gobierno del Raúl Castro de perseguir y acosar a las personas por el color de su piel.
Para Morales esas acusaciones “desconocen” la realidad de su país y “están montadas en las mismas campañas que los gobiernos norteamericanos (de Estados Unidos) han hecho ya históricamente en contra de la Revolución Cubana”.
“Nosotros hablamos de racismo y decimos que hay que perfeccionar los derechos civiles, democráticos, pero no sólo para los negros, sino de toda la sociedad. En esa lucha tenemos de aliados al más alto liderazgo político del país”, afirma.
IPS: ¿En qué falló el proyecto social de la Revolución Cubana que no logró eliminar las desventajas de su población negra?
ESTEBAN MORALES: A pesar de la radicalidad del proceso abierto en 1959, los proyectos sociales, durante años, no tuvieron en cuenta el color. Al triunfo de la Revolución dentro de la política social toda persona pobre fue tratada por igual y no se diferenció al negro, cosa que se debió hacer porque el color de la piel en Cuba es una fuerte variable de diferenciación social.
El blanco llegó por voluntad propia, como colonizador, con un proyecto de vida que no pocas veces realizó. El negro fue traído obligado y convertido en esclavo. Son puntos de partida diferentes, que no pueden ser olvidados, ni obviados y pesan hasta hoy.
Aún cuando todos elevaron su nivel y los negros lograron una posición más favorable en este medio siglo, las profundas diferencias no desaparecieron totalmente. Cuando llegó el período especial (crisis de los años 90), nos dimos cuenta de que quienes más sufrían la crisis eran precisamente los negros, más alejados de poder forjarse un proyecto de vida.
Aún en la Cuba actual no es lo mismo ser pobre y blanco, que ser pobre y negro.
IPS: Sin embargo, el gobierno cubano declaró resuelto el problema del racismo en 1962.
EM: Fue un error de idealismo y voluntarismo, presionado por las circunstancias políticas de esos años. A partir de ese momento se abrió un largo período de silencio sobre el tema, justificado en que hablar de esas diferencias era hacerle el juego al enemigo. Quien insistía, era considerado racista y divisionista.
El tema resurgió con fuerza bajo el período especial, yo diría, con la virulencia propia de algo que, dado por resuelto, realmente no lo está.
IPS: En más de una ocasión ha dicho que en este país se educa a las personas “para ser blancas”. ¿Cree justo considerar este tipo de contradicciones una forma “institucionalizada” de racismo?
EM: Es una cierta forma institucionalizada, pero no por una directiva o de manera consciente, sino derivada de fallas y errores en el proceso educacional, en la enseñanza de la historia, en la representatividad racial en nuestros libros. Por no tratar a fondo el problema en la escuela las consecuencias de la esclavitud, que llegan hasta hoy.
Estos problemas no tienen que ver con la institución, sino con aspectos y problemas de la vida social, con disfuncionalidades e imperfecciones de nuestra sociedad. En Cuba falta aún conciencia racial. Para el blanco eso no es importante, porque siempre estuvo en el poder, pero el negro debe tener conciencia racial para luchar contra el racismo y por su lugar en la sociedad.
La discriminación racial es un fenómeno que permanece en la mente de la gente, en la familia, en las relaciones personales, a veces en algunos grupos institucionalizados y eso no se resuelve fácilmente.
IPS: ¿Cuál es su propuesta para solucionar estas carencias en el terreno de la educación?
EM: La única manera de resolver esto es con una vigilancia estricta de las oportunidades iguales para todos en el empleo, sobre todo en la nueva economía, es decir en turismo, empresas mixtas con capital extranjero, en la educación y un fuerte trabajo cultural.
En realidad, no deberíamos educar para ningún color, pero lo que está sucediendo en la práctica es que nuestros escolares se educan, por lo general, pensando que es mejor ser blanco y que es una desventaja ser negro.
Tenemos que resolver problemas de occidentalismo en nuestra educación, profundizar en la enseñanza de la historia, África, Asia, Medio Oriente, en la representatividad racial en nuestra bibliografía. Debemos llevar el debate de la discriminación racial a la escuela, para que cuando el muchacho salga a la calle y escuche una expresión racista esté en condiciones de defenderse.
EPS: ¿Qué propone en términos sociales?
EM: El “todos somos iguales” fue también un eslogan de la demagogia republicana. La igualdad es el proyecto, la desiderata, en tanto la desigualdad y la diferencia es aquello con lo que tropezamos todos los días.
Hay que partir de las desigualdades, que existen en nuestra sociedad, a pesar de que se ha luchado por resolverlas hasta el mismo borde del igualitarismo. Son una herencia y, al mismo tiempo, un fenómeno que se puede reproducir como resultado de disfuncionalidades de nuestro modelo social, que debe ser perfeccionado.
Sólo entendiendo a fondo las diferencias y trabajando sobre ellas se podrá llegar a la igualdad verdadera.
IPS: ¿Considera necesaria una política específica para la población negra?
EM: En Cuba existe una cierta política de acción afirmativa, aunque no la llamamos así. A partir de investigar a fondo la situación de la familia, los problemas de los niños, los discapacitados, los diferentes grupos sociales, llegamos en la práctica a hacer acciones afirmativas, porque así conectamos con las personas históricamente menos beneficiadas, más vulnerables.
Hay fenómenos a depurar y que sólo se puede hacer por separado, la vivienda, el empleo, la salud. En todo hay que tener en cuenta el color y mientras mayor es la muestra (de los estudios), más se ve que los negros están abajo, los mestizos generalmente en el medio y los blancos arriba.
IPS: ¿Por qué no hay un debate más profundo, con expresión en la prensa de la isla, sobre este asunto por todos reconocido?
EM: El debate está tomando fuerza en el ámbito intelectual y comunitario, así como en las casas de cultura, pero también tiene que ir los organismos del Estado, a las organizaciones políticas, de masas y sociales del país. Eso es lo que reclamamos, porque más de 60 por ciento de la población cubana de 11,2 millones es no blanca (entre negros y mestizos) según nuestros estudios.
IPS: ¿Cree que debe formar parte de la agenda política también?
EM: Por supuesto que sí. El hecho de que el presidente Raúl Castro haya mencionado el tema en su discurso ante el parlamento el 20 de diciembre hace pensar que el asunto podría estar en la agenda del venidero VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC). Y si no fuera así, yo creo que debe estar.
Además, existen dos comisiones que estudian el problema desde distintas aristas. Una en la Biblioteca Nacional y otra en la Unión Nacional de Escritores y Artistas (Uneac). El parlamento también debería tener una comisión para este asunto.
Si la Asamblea Nacional trata el asunto religioso, de la mujer, la juventud, ¿por qué no también el racial, que yo considero está al mismo nivel y ha sido el menos atendido?
IPS: ¿Hay riesgo de que el debate se interrumpa por el temor de que cree divisiones internas o sea manipulado en contra de la Revolución?
EM: Al contrario, lo que realmente está siendo utilizado en las campañas del enemigo es nuestro atraso en haber tratado el tema y lo que puede dividirnos es no debatirlo.
Lo que nos afecta políticamente desde el punto de vista de la imagen externa e interna es tener un discurso que no se corresponda con la realidad, porque hasta hace poco decíamos que no había problemas raciales en Cuba.
Fonte: P-Es