Por qué un negro no puede interpretar a alguien de su misma raza en el cine peruano?

Negados, olvidados o injustamente postergados, usted escoja. El asunto es que a lo largo de nuestro paso por estas tierras los descendientes de africanos hemos, y seguimos siendo, mal vistos ante los ojos de lo “correcto”. Desde los bailes de nuestros primeros ancestros hasta nuestros logros más allá de lo culinario y lo deportivo (cosas que “ naturalmente nos sale bien”), la censura nos ha perseguido cual Ketín Vidal al ‘Cachetón’ a inicios de los 90 (con el mismo resultado positivo para el captor lamentablemente) y la situación amenaza con seguir al menos hasta que Perú llegue a zona de repechaje para Qatar.

Do El Panfleto

Cuando llegaron a suelo peruano los esclavos traídos del Golfo de Guinea y zonas aledañas, vieron cómo su vida pasaba a depender de aquellos que decían ser superiores y los tildaban de “ignorantes” mientras le echaban la culpa de los temblores a los “idólatras”. Es así que fueron agrupados de forma aleatoria pasando por alto la diversidad cultural que ya existía en África (mucho más amplia que la de  España colonial por supuesto)  pues claro, cómo se podría saber de dónde es cada negro si todos son iguales” (¿Les es familiar esta frase?). Su música, sus costumbres y sus respectivas cosmovisiones fueron suprimidas de sus vidas bajo castigo, lo que obligó a muchos de ellos a fugar a las afueras de  Lima a forjar una resistencia desde el cimarronaje y posteriormente como bandoleros. Es decir, la opresión sufrida en el centro del Virreinato los obligó a rehuir al sistema cometiendo actos vandálicos que no tenían planeado hacer ni les salía por naturaleza sino que la situación tan complicada para ellos no les dejó otra alternativa a muchos de ellos que tomar ese camino.

cimarronesHuir? ¿Por qué? ¿Quién prefier huir a vivir de este modo?

En los años siguientes,  y ya con un Perú independiente (al menos así decían), la situación no cambió mucho respecto al proceso anterior y gran parte de los descendientes de aquellos esclavos siguieron por ese camino. He aquí el origen de uno los más populares estereotipos que se nos ha adjudicado a lo largo del tiempo y la razón por la que, a pesar de tener entre nuestras filas a héroes de guerra, deportistas reconocidos, músicos renombrados, jefes de guerrilla, congresistas, médicos y hasta un diplomático, te sigues agarrando los bolsillos cuando te vas a cruzar con uno de nosotros en el cruce de Argentina con Dueñas.

Pero más allá de los prejuicios ya conocidos hacia nosotros los “zambos malató” un problema más grave por el que pasamos es ese proceso de invisibilización, que se da a diferentes niveles y a lo largo de toda  la historia del Perú. A nadie le ha interesado la resistencia de Francisco Congo; ni que José Manuel Valdés se vio obligado a recurrir a Hipólito Unanue para solicitar una “Dispensa de color” y así poder cumplir su sueño de ser médico; ni  que Cayetano Quirós tuvo que ir personalmente a buscar a San Martín para integrar su ejército libertador ante la negativa de los otros generales; ni que nadie reconoció el sacrificio de Catalina Buendía entre en recuento de héroes de la Guerra del Pacífico; ni que el Grumete Medina (que estuvo en el Huáscar con Miguel Grau) fue mecido con homenajes durante el Oncenio de Leguía; ni que han tenido que pasar 50 años para que nos dignemos en recordar la proeza de Guillermo Lobatón Milla bajo el mando de Luchito De La Puente. Es decir, ante la presencia de negros peruanos en los acontecimientos más saltantes de la vida peruana la historia (y sus historiadores) han respondido con un contundente “Ahorita no joven”. Gracias a Changó y a Kalunga que tuvimos a un Pancho Fierro  y a un Nicomedes, por ejemplo, cuyas obras han servido para preservar esa parte de nuestra historia que a los pudientes, y no tan pudientes, no les gusta reconocer pues cómo habíamos sido capaces de todo esto cuando “solo pensamos hasta las 12” (¿Les es familiar esta frase? x 2).

Justo en el Black Face.

Para suerte nuestra y por el bien de nuestra negritud (Césaire, tú sigues vivo para nosotros), hemos tenido investigadores pertenecientes a la población negra peruana (diría “afroperuana” pero no hay que arrancar de nuestro acervo un término que pasó de ser usado como una ofensa a emplearse para revalorizar nuestros orígenes con mayor ímpetu en otros tiempos) entre los que podemos mencionar al gran Nicomedes (ya nombrado en otras líneas) Doña Victoria, “Cheche” Campos y José Carlos Luciano. Este último merece amplio reconocimiento ya que fue quien, en plenos años 90, denunció sin problema alguno la aculturación por la pasaban negros y andinos frente a la tragicómica costumbre de blanquear la publicidad para hacerla más pasable ante una sociedad peruana que se rendía ante la cultura blanca del otro hemisferio y se reía de los chistes de negros vertidos en “Trampolín” y “Risas y Salsa”). Y es justamente por obra de los medios de comunicación que los peruanos pudimos dar rienda suelta a todo el racismo que llevamos en nuestro interior, como buenos resentidos sociales que somos, sin necesidad de entrar en compromiso por alguna afirmación mal intencionada.

Desde mucho antes que aparezca la televisión en nuestras vidas, esta parte del mundo ya venía sufriendo una avalancha de blancura por parte los países pudientes, que nos enviaban a través de anuncios publicitarios costumbres y personajes que nada tenían que ver con nuestra realidad sudaca pero que por medio de la repetitiva influencia visual se terminaban asumiendo como propios. Con la televisión la situación empeoró, aunque mejoró para la gran industria,  y por tal motivo nos hemos visto invadidos por una secuencia interminable de comerciales donde el blanco asume el rol protagónico y al resto no le queda otra que hacerle la comparsa (¿Sí o no PromPerú? ¿Sí o no Saga?) O, lo que es peor, asumir roles basados en los estereotipos que al parecer nos perseguirán hasta el retorno de Inkarri. Es justo en esta parte donde el negro vuelve a entrar en acción para interpretar sus roles estelares de choro, empleado, pelotero (en el mejor de los casos) o limpiañobas. “¿Qué quieres el protagónico? No fíjate que estamos buscando alguien con rasgos más…tú me entiendes… familiarizados con las cámaras pero no te preocupes que puedes ser el portero del edificio si quieres. (¿Les es familiar esta frase? x 3).

Hay otros empleos también

Nos encontramos en los últimos meses del 2016, y cuando creía que tanto plantón, cajoneada masiva y marchas al respecto estaban por fin haciendo efecto en el sentir de la audiencia, veo con desagrado -mas no son sorpresa- que en la próxima entrega de la políticamente correcta Tondero (curioso nombre para una productora a la cual la idea de nación les resbala por el bajo vientre) mostrará la vida y obra de un deportista afroperuano (el futbolista Paolo Guerrero) zurrándose en sus raíces. Así pues (siguiendo con el proceso de blanqueamiento de los medios) a su afamado (aunque nunca proclamado) se da pie a la participación de una actriz (Magdiel Ugaz) que nada tiene que ver con la herencia afro para que interprete a una mujer negra, teniendo la posibilidad de hacer castings para recrear la historia tal cual ha sido o recurrir a actores afroperuanos que poseen tanta o más capacidad como los solicitados por las productoras. No es sorprendente esta actitud pero esperaba un poco más de una productora que si bien está contribuyendo a la ampliación de la producción cinematográfica sigue la misma lógica goebbeliana de Michelle Alexander y Procter & Gamble en sus producciones. Al enterarme de esta práctica no hago sino ver que no es suficiente con flashmobs o protestas esporádicas y lamentablemente las campañas contra el racismo se quedan en la plaza en donde se realizó. De la misma forma que toda actividad para acabar el racismo en el futbol se queda en la puerta del estadio para luego seguir haciendo ruidos de mono a futbolistas herederos de la tradición, luba, yoruba, malinke, ewé, chokwe y demás.

Y luego nos burlamos de que a Chile le suspendan el estadio.

Hagamos un esfuerzo y revisemos la historia del país más allá de los textos escolares para comprobar que nuestra vida colonial y republicana tuvo algo más que virreyes, sacerdotes, generales y presidentes afines a los grupos de poder. En caso nuestro, muchos afroperuanos participaron de distintos acontecimientos del desarrollo del país y han sido marginados por no coincidir con la historia que otros quieren contar. Podemos reírnos de nosotros mismos pero eso no quiere decir que aceptemos la idea de seguir a aquellos que a través de los medios critican a Cachay por vulgar pero festejan las lisuras de “Cachín” o desde un anuncio nos dicen que les fascina Ripley mientras tapan de la pantalla al único niño negro del comercial. De nosotros mismos depende que la situación cambie para bien nuestro y de las generaciones venideras pues de no enmendar el rumbo seguiremos siendo marginados por la historia oficial y condenados a interpretar a delincuentes y choferes de Brescias o Miró Quesadas por toda la eternidad. Podemos hallar los mecanismos para frenar el statu quo étnico que nos quiere seguir marcando para brindar un respiro a la comunidad afroperuana que tanto lo necesita pues tarde o temprano, algún avance habrá sido posible de alcanzar.

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